Se sentía solo, asustado, tenía terror de lo que le podía pasar, su corazón desmayaba por cada segundo que pasaba. Sentía que su futuro, sus planes, hasta sus sentimientos no tenían un mañana. Mientras tanto, ellos lo torturaban, se adueñaban de su vida. Eran esos ojos que le imponían miedo al verlos, y sus garras, tan afiladas como un cuchillo.
Todo había comenzado cuando partió de la tierra, y despidió a sus familiares al iniciar esta aventura. En el viaje sintió una sensación de angustia y dolor por lo que le podía pasar, como una premonición, pero después se consoló con el simple hecho de poder volver a ver a sus seres queridos.
Al llegar a Marte, un planeta tan desconocido, no sabía lo que le esperaría. Dentro de sí pensaba: todo pasará. Había creído que llegaría y descubriría algo importante,que sería un nuevo Colón de la era espacial.
Pero no todo es lo que parece, al pisar ese planeta, empezó a explorar; sentía que alguien lo perseguía, frenó y miró hacia alrededor, pero no había nada.Cuando continuó, algo lo sorprendió por atrás y lo atrapó. Eran ellos y por eso ahora está aquí, secuestrado.
Y en ese momento, el pánico se adueñó de su vida, de su ser. Parecía que todo lo que había pasado no tenía sentido, su vida se desvanecía como agua y su corazón latía tan rápido que parecía salirse del pecho. Pensó escapar, pero se preguntaba cómo hacerlo, para qué escapar, si al fin y al cabo lo iban a atrapar. El amor por su trabajo, por la expedición, por llegar a descubrir algo o llegar a su casa con su familia se derrumbó. Su alma se caía a pedazos, tanto que no sabía lo que en los próximos segundos iba a vivir.
De pronto, pasó lo peor que se podía imaginar. Ellos lo agarraron, vendaron sus ojos y lo llevaron tan lejos que sus pies no daban más, frenaron y le sacaron la venda. En ese instante, se despedió de su mundo, su corazón estalló. En el último instante, sólo sintió alivio.
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